El origen de la Biblia

ÍNDICE

Introducción

SECCIÓN UNO

La autoridad e inspiración de la Biblia
La Biblia F. F. BRUCE
La autoridad de la Biblia CARL F. H. HENRY
La inspiración de la Biblia J. I. PACKER
La inerrancia e infalibilidad de la Biblia HAROLD O. J. BROWN

SECCIÓN DOS

El canon de la Biblia
El canon del Antiguo Testamento R. T. BECKWITH
El canon del Nuevo Testamento MILTON FISHER
Los apócrifos del Antiguo y del Nuevo Testamento R. K. HARRISON

SECCIÓN TRES

La Biblia como texto literario
La literatura en los tiempos bíblicos MILTON FISHER
La Biblia como literatura LELAND RYKEN

SECCIÓN CUATRO

Los textos y manuscritos bíblicos
Los textos y manuscritos del Antiguo Testamento MARK R. NORTON
Los textos y manuscritos del Nuevo Testamento PHILIP W. COMFORT

SECCIÓN CINCO

La traducción de la Biblia
Los idiomas bíblicos LARRY WALKER
La traducción de la Biblia RAYMOND L. ELLIOTT
Versiones de la Biblia VICTOR WALTER
La historia de la Biblia en inglés PHILIP W. COMFORT
La historia de la Biblia en español RAFAEL A. SERRANO

Extracto muestra:

El Pentateuco se presenta a sí mismo como básicamente la obra de Moisés, uno de los primeros y ciertamente el más grande de los profetas del Antiguo Testamento (Números 12:6–8; Deuteronomio 34:10–12). A menudo Dios habló a través de Moisés en forma oral, como lo hizo a través de los profetas posteriores, pero con frecuencia también se menciona la actividad de escritor de Moisés (Éxodo 17:14; 24:4, 7; 34:27; Números 33:2; Deuteronomio 28:58, 61; 29:20–27; 30:10; 31:9–13, 19, 22, 24–26). Había otros profetas en el tiempo de Moisés, y se esperaba que más siguieran (Éxodo 15:20; Números 12:6; Deuteronomio 18:15–22; 34:10), como lo hicieron (Jueces 4:4; 6:8), aunque el gran flujo de actividad profética comenzó con Samuel. La obra literaria de estos profetas comenzó, por lo que sabemos, con Samuel (1 Samuel 10:25; 1 Crónicas 29:29), y la clase de escritura en la cual se involucraron extensamente al principio era histórica, la cual más tarde llegó a ser la base para los libros de Crónicas (1 Crónicas 29:29; 2 Crónicas 9:29; 12:15; 13:22; 20:34; 26:22; 32:32; 33:18 y siguientes) y probablemente también de Samuel y Reyes, los cuales tienen mucho material en común con Crónicas. No sabemos si también Josué y Jueces fueron basados en historias proféticas de esta clase, pero es muy posible que haya sido así. Que en ocasiones los profetas escribieron oráculos queda claro de Isaías 30:8; Jeremías 25:13; 29:1; 30:2; 36:1–32; 51:60–64; Ezequiel 43:11; Habacuc 2:2; Daniel 7:1; 2 Crónicas 21:12.
La razón por la cual Moisés y los profetas escribieron el mensaje de Dios y no se contentaron con entregarlo en forma oral, fue que a veces lo enviaban a otro lugar (Jeremías 29:1; 36:1–8; 51:60 y siguientes; 2 Crónicas 21:12), pero también muy a menudo lo hicieron para preservarlo para memoria en el futuro (Éxodo 17:14), o como testigo (Deuteronomio 31:24–26), para que estuviera disponible para los tiempos venideros (Isaías 30:8). Los escritores del Antiguo Testamento conocían muy bien la poca confianza que se le puede tener a la tradición oral. Una lección objetiva aquí fue la pérdida del Libro de la Ley durante los reinados perversos de Manasés y Amón. Cuando Jilquías lo redescubrió, sus enseñanzas los sorprendieron grandemente, puesto que habían sido olvidadas (2 Reyes 22–23; 2 Crónicas 34). Por lo tanto, la forma permanente y duradera del mensaje de Dios no fue en su forma hablada sino en su forma escrita, y esto explica el surgimiento del canon del Antiguo Testamento.

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