Pastor con piel curtida

El pastor fiel es de corazón tierno con las ovejas dóciles pero de piel curtida para las que embaten al pastor con su propia agenda. Pues no faltan las ovejas que como Dalila, sienten que el pastor no las ama si no atienden a sus caprichos. Tampoco faltan líderes en las Escrituras que en vez de dirigir a las ovejas, fueron arrollados por ellas.

Así tenemos a Aarón que fue arrastrado por la idolatría del pueblo. O a Elí que no pudo detener la inmoralidad de sus propios hijos, o a Moisés que empujado por las demandas del pueblo perdió los cabitos.

Sorprendentemente en el NT se dió uno de los casos más serios. Las corriente de falsa doctrina se elevó y arremolino al mismo Apóstol Pedro causando un tropiezo no pequeño a la iglesia descrito en la epístola a los Gálatas.

Pablo arranca esta epístola con tono de alarma y ánimo de combate: Estoy Maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente (Gal. 1:6); Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema (Gal 1:8)

Tan alarmante como el falso evangelio, fue la respuesta de los Gálatas ante la herejía: seducción inmediata, cayeron como por un hechizo: Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad. La palabra “ fascino” en el original, describe una mirada mala: hechizadora.

Cabe subrayar que aunque Pedro se vio enredado, fue un extra en esta película, no el villano principal. Los culpables fueron un grupo mixto: Fariseos convertidos (Hech. 15:1), impostores cristianos (Gal. 2:4), hermanos judíos celosos de la ley (Gal 2:13; Hch. 21:21) y es posible que también otros gentiles que habían decidido circuncidarse (Gal. 6:13), pero principalmente, falsos maestros judíos que visitaban el brote de iglesias de los gentiles y añadían a la predicación del evangelio de Cristo, la enseñanza de Moisés. 

Eran dos evangelios opuestos. Los judaizantes alegaban que los gentiles debían ingresar a través de Moisés con leyes y rituales, tal como en el OT los gentiles se unían a Israel para llegar a Dios. Pablo, por su parte, que todos, tanto judíos como gentiles debían ingresar a través de Cristo con una fe a solas. Es decir el evangelio no es Cristo encimado a Moisés, sino Cristo sin Moisés, pues en Cristo tanto Moisés como Abraham encuentran su consumación. Este evangelio no era un invento de Pablo, partía de una revelación de Dios (Gal 1:11), y contaba con respaldo apostólico (Gal. 2:6-8).

Se antoja la obvia pregunta. Si el evangelio de Pablo tenía aprobación apostólica, ¿Cómo pudo Pedro verse implicado en este escándalo? ¿Cómo pudo Pedro tropezar el mismo evangelio que proclamaba? La respuesta es: “el miedo a verse mal”, traducido a términos espirituales: “el temor al hombre”. Así lo tacho Pablo: Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Gálatas 2.12–13. Pedro por miedo, negó al Señor tres veces, y por pena a dañar su imagen de líder del evangelio de la circuncisión permitió la desvirtuación del evangelio.

La susceptibilidad de Pedro fue inexcusable pues esto ocurrió después de recibir la visión del cielo exhortándolo a no llamar inmundo lo que Dios había santificado; de experimentar, un segundo mini-pentecostés en la casa del gentil Cornelio, por el acto sencillo de la fe (Hech. 10); de escuchar por 15 días las maravillas que habían acompañado la predicación de Pablo (Gal. 1:18) y darle a Pablo reconocimiento público de su mensaje junto con Juan y Santiago (Gal. 2:9). Y si, como algunos suponen, este episodio ocurrió después del concilio de Jerusalén (Hech. 15) en el que Pedro abogó por el evangelio sencillo y participó en la redacción de cartas oficiales para las iglesias exentandolas de requisitos judíos, sucumbir ante la influencia de los hermanos por parte de Jacobo era inexcusable,  Y Pablo le tuvo que resistir cara a cara: “porque era de condenar” (Gal 2:11).

Sirva de ejemplo a todo pastor el peligro de la susceptibilidad a la presión humana. Pues si un un hombre de gracias apostólicas fue arrastrado, cuanto más lo serán los líderes de menor rango. Todo líder tiene un talón de Aquiles que tiene que resguardar. Para algunos es el miedo al rechazo, para otros el amor al aplauso, para otros un temperamento tímido o un sin fin de inseguridades. Dice el refrán: un barco es tan fuerte como su punto más débil. Aquel pastor que no desarrolla piel curtida en sus puntos vulnerables corre el riesgo de dejar de ser un instrumento en manos de Dios y convertirse en una marioneta de las ovejas. Para Pablo, esto no era una opción: Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Gal. 1:10.