Amor Radical

Hace siglos, Eufame Rutherford, esposa del renombrado pastor Samuel Rutherford, se dió un chasco cuando impartía un estudio bíblico a mendigos y transeúntes alojados en su casa. Cuando hizo la pregunta: ¿Cuántos mandamientos hay? uno respondió: ¡hay once mandamientos! Sorprendida exclamó: ¡Cómo es posible, aún un niño de seis años conoce la respuesta!. El mendigo añadió cabizbajo: Jesús dijo: Un nuevo mandamiento os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado. En esa lección, ella resulto aleccionada*.

El nuevo mandamiento de Jesús es nuevo, no fue un estreno, sino una innovación. Los 10 mandamiento llevan implícitos el amor por Dios y el prójimo. Pero Jesús, le daría un giro radical que revolucionaba el amor practicado tanto en el mundo judío como el grecoromano.

En esos tiempo existían tres palabras para el amor popular:

Amor natural (storgos)

La palabra describe un amor innato, instintivo. Pablo lo usa en 2 Tim. 3:3 afecto natural… para describir el cariño natural que sentimos por nuestros familiares: Padres, hijos. Es el pegamento básico que hace que los humanos se busquen y prefieran sociedades a ser ermitaños.

Amor de complacencia (Fileo)

Este es el amor que abunda en el mundo. No requiere espiritualidad. Es el amor de la relación más practicado fuera de la familia: la amistad. Su caldo de cultivo es la compatibilidad. Cuando dos personas congenian y sienten placer recíprocó se genera “fileo”.

Amor de atracción (eros)

Si, la palabra describe lo erótico. En la sociedad grecorromana denotaba la atracción física, que se consuma en la atracción sexual. Abundaba esto en el mundo grecorromano y en nuestra época se ha desorbitado.

Por definición el amor de los griegos era condicional. Sócrates mismo le dijo a Platón: ¿Acaso no el amor deve ser solo amor por lo bello y no por lo feo?. Solo requiere ser humano para experimentar estas tres clases de amor.

Sin embargo el amor divino no encaja en esta clasificación, rompe todo esquema humano. No solo es un amor incondicional, es inconcebible. Jesús creó el paradigma de un nuevo amor que en esencia es: amor sacrificial, amor herido, brutalmente herido. Es un amor sin repelencia por lo displicente, indetenible un cuando es apuñalado con clavos en una cruz.

Solo una palabra calificó para enmarcar este amor, agapao. No calca completamente la definición de inexplicable sacrificio. Pero al menos representaba el concepto más puro de amor conocido por los griegos. Un amor diametralmente opuesto al eros de la pasión carnal, contrario al fileo que se nutre de la complacencia y no es natural como Storgo. Es amor sobre-natural, potenciado por Dios. Un amor que las heridas no lo pueden aplacar.

Recuerdo una muestra de este amor en el ejemplo de uno de mis pastores. Uno de sus hijos, empleado de supermercado, trató de ayudar a la cajera amenazada por un asaltante. Fue baleado por el malechor. El jefe de la policía de la ciudad asistía a la iglesia de este pastor, él mismo dirigió la investigación. Cuando arrestaron al criminal, el mismo fue a comunicárselo al Pastor. El pastor entre lágrimas respondió: me toca a mi visitarlo para predicarle el evangelio del amor de Dios. Como resultado de todo esto, la madre del homicida se convirtió a Cristo. El magno ejemplo de amor herido salvó a la madre del hijo por quién él pastor perdió a su hijo.

¿Cómo se aplica esto a tu vida? Lo más posible es que nunca seas llamado a enfrentar semejante situación. Pero si en el panorama de tu amor no se encuentran aquellos que te han causado heridas, quizá no hayas aprendido a amar como Cristo ama. Esto no se da naturalmente. Requiere que Dios por su Espíritu, lo implante en tu corazón y día a día lo haga crecer.

*El mendigo en en realidad era el arzobispo de Irlanda que se había disfrazado de limosnero porque solo así podía conocer de cerca a Samuel Rutherford, afamado por su devoción a Dios.