Algunas ideas sobre el cuidado pastoral del misionero ¿Tiene pastor el misionero?

Gloria Bustamante Zamora de México menciona: “La vida del apóstol Pablo es un ejemplo claro de un misionero transcultural, rodeado de amigos y hermanos en la fe, a quienes Dios puso en su vida para cuidarle y ministrarlo a efectos que pudiera cumplir  el llamamiento de llevar el evangelio a todas las naciones.

El cuidado al misionero no era una tarea exclusiva de personas “expertas” o especializadas.

El apóstol Pablo menciona en sus cartas,  más de 70 nombres de personas que fueron usadas por Dios para ministrarlo, apoyarlo y cuidarlo. Algunos de ellos fueron Febe, Priscila y Aquila (Ro 16:1-4) que lo ayudaron y hasta fueron capaces de exponer su vida por él.  Estefanás, Fortunato y Acaico (1 Co 16:17-18) confortaron su espíritu. Aristarco, Marcos y Justo (Col 4:10-11) se encargaron de consolarlo. Onesíforo (2 Ti 1:16-17) muchas veces buscándolo con solicitud, lo confortó y le fue de gran bendición. Los hermanos de Corinto fueron usados por Dios para bendecir y confortar a Pablo que estaba pasando por conflictos externos y temores internos, de tal forma que decidieron enviar a Tito para demostrarle en palabra y hecho el amor y solicitud que ellos le tenían (2 Co 7:5-7). Los filipenses  se hicieron presentes, por medio del apoyo económico (Fil 4:10,15).

Como  Pablo, los misioneros transculturales hoy día necesitan apoyo y cuidado en el área espiritual, emocional, física y de relaciones interpersonales.

El cuidado empieza mucho antes de que el misionero se prepare para salir; continúa mientras está en el campo y sigue cuando regresa a casa.

Pablo tuvo que pasar situaciones difíciles (2 Ti 4:16) pero también muchas veces contó con el apoyo emocional, espiritual y financiero,  tanto de líderes como de hermanos creyentes en la fe;  juntos participaron en la defensa y confirmación del evangelio. (Fil 1:1-8; 4:15).”[1]

Ideas prácticas de cómo cuidar a los misioneros

Gloria Bustamante Zamora sugiere algunas ideas prácticas de cómo cuidar a los  misioneros:

Antes de salir

  • Ore constantemente por él y su familia. Pregunte en qué áreas específicas necesitan más oración.
  • Ayude a encontrar información sobre el país al que irán, así como del grupo específico en el que estarán sirviendo. Vaya a las librerías, consulte internet, lea revistas y materiales misioneros y esté pendiente de las noticias diarias en el periódico sobre artículos relacionados con el tema.
  • Apoye investigando qué tipo de visa, lugar de expedición, costos y requisitos se necesitan para entrar al nuevo país. Pregunte sobre los requisitos en cuanto a las vacunas, seguro, envío del dinero y seguridad requeridos por el país al que irán.
  • Esté dispuesto a escucharlos, animarlos y apoyarlos mientras se dispone para salir; seguramente sus emociones estarán variando.
  • Ayude a conseguir todo el equipo que necesitaran para el viaje. Puede apoyarlos en hacer sus compras y si tienen  niños ofrézcase a cuidarlos mientras ellos salen a realizar sus diligencias.
  • Ayude a empacar las cosas que dejaran almacenadas en su casa, así como las que necesitaran llevar al viaje.
  • Provea de comida preparada los últimos días antes del viaje, a fin de que puedan tener tiempo y concentrarse en los últimos detalles.
  • En caso de requerirlo, ofrezca su hogar para que se hospeden un día antes de la salida al campo de servicio.
  • Encárguese de hacer las copias de la carta de oración y envíelas a su lista de intercesores.
  • Organice una reunión abierta para todos sus amigos para que puedan despedirse de ellos.
  • Tome fotos de sus reuniones con amigos y hermanos en la fe antes de que se vaya, para que se lleve el recuerdo de sus últimos días y del amor expresado por todos.
  • Escriba un artículo para el boletín de la congregación o para la revista denominacional,  compartiendo que el misionero o familia está por salir,  animando a los hermanos  a comprometerse en oración tanto por él como por el país y grupo al que servirá; así como a comprometerse en apoyarlo económicamente
  • Pregunte en qué puede ayudarlos y si necesitan algo, esté disponible con su tiempo y sus recursos. En ocasiones,  probablemente necesitaran su coche o camioneta para llevar cosas de un lugar otro.
  • Asegúrese de llevarlos al aeropuerto, terminal de autobuses o  trenes. Un grupo puede ir a despedirlo, acompañándolos antes de partir.

 

Mientras está en el campo

  • Ore constantemente por él y su familia.
  • Escríbale seguido y compártale sobre su vida, pensamientos y sentimientos. Mande fotos ya sea por internet o correo normal. Permítale seguir siendo parte de su vida aun cuando esté a distancia.
  • Manténgase actualizado de lo que su misionero hace. Respóndale cada vez que le escribe y conteste lo que le pregunte. Use esas cartas o los e-mails para tener motivos específicos de oración.
  • No olvide saludarlo en el día de su cumpleaños, aniversarios, ocasiones especiales o festividad. Mándale una carta especial, una tarjeta bonita, llámelo por teléfono o comuníquese por e-mail, etc.
  • Si el misionero está casado, no olvide que la esposa también necesita que las mujeres de la iglesia le escriban y que los niños o jóvenes animen a los hijos de ellos.
  • Con el fin de animarlo y mostrarle su apoyo, mándele de vez en cuando “paquetes de amor”  o encomiendas que contengan cosas que al misionero le agradan y le sean útiles
  • Considere visitar al misionero en el campo para animarle y conocer la obra que están realizando.
  • Grabe un video con algún evento especial y mándele saludos para que vaya viendo a los nuevos miembros y los cambios que la gente va teniendo.
  • Cuando usted lea un libro que considere de beneficio y edificación, no dude en hacérselo llegar.
  • Envíe sus cartas de oración y compártalas con sus amigos y familiares.
  • Ayude a cuidar la casa del misionero y visite con regularidad a los familiares que quedaron en su país de origen.
  • Asegúrese de que el envío de sus recursos monetarios estén a tiempo y completos.

 

Cuando regresa a casa

  • Ore constantemente por él y su familia en el proceso de la readaptación.
  • Organice un grupo para recibirlo y darle la bienvenida.
  • Tenga su casa limpia, preparada para ser habitada, con comida en la alacena y el refrigerador.
  • Esté dispuesto a ayudar a conseguir las cosas que requieran cuando lo necesiten.
  • Consiga un medio de transporte que pueda utilizar para movilizarse.
  • Organice en la iglesia un servicio especial de gratitud por la fidelidad de Dios y la manera en como él los usó y cuidó en el extranjero.
  • Planeé una reunión informal para recibir amigos y familiares que quieran visitar al misionero.
  • Llévelos de compras y muéstreles nuevos lugares.
  • Provea de comidas preparadas, invítelos a comer a su casa o llévelos a su restaurante favorito.
  • No los sobrealimente, su sistema digestivo está reajustándose a los nuevos sabores y condimentos.
  • Asegúrese de que se le haga un chequeo médico completo. Haga los arreglos y encárguese de cubrir todos los gastos.
  • Permita que descansen todo el tiempo que necesitan los primeros días. Recuerde que su cuerpo y sus emociones están ajustándose al cambio de horario y cultura.
  • Esté pendiente de presentarle a la gente nueva de la iglesia.
  • Actualícelo en cuanto a los eventos y acontecimientos importantes en la sociedad.
  • Un mes antes de que llegue su misionero, mantenga un calendario para que la gente apunte la fecha en que puede invitar al misionero a su casa o a salir. Cuando lo invite a comer o de visita tenga algunas fotos para mostrarle.
  • Defina una o más fechas para que su misionero comparta sus vivencias, experiencias y fotos.
  • Esté disponible para escucharlo y hacerle preguntas de interés sobre su vida y ministerio en el país donde sirvió.
  • Es importante darle espacio para que haga sus cosas y decida qué desea hacer.

 

Finalmente concluimos con lo que Mario Loss expresa:

“La responsabilidad suprema del cuidado de los obreros de Dios descansa plenamente en Sus manos porque es Él quien los envía, y es Él quien tiene el poder para sostenerlos. Aunque la iglesia le envíe, y una agencia o estructura de envío denominacional le administre, el obrero tiene que funcionar sabiendo que su último jefe es el Señor de la Mies. Ni la iglesia ni la agencia pueden siempre acompañarle en la cárcel, o darle consuelo en la enfermedad, o levantar el ánimo cuando está cerca de la derrota. Tarde o temprano, los humanos le van a fallar, y se quedará sólo con el Dios de todo Consuelo (2 Co 1:3, 2 Ti 4:17). Cuando Cristo envió a los doce y luego a los setenta y dos, los envió sin bolsa, ni bastón, ni dinero ni ropa de repuesto (Lc 9:2, 10:4). Les dio autoridad sobre los espíritus impuros y para sanar enfermedades, pero no organizó una gran estructura de cuidado para ellos. Más bien, les dijo que les enviaba como corderos en medio de lobos (Lc 10:3).

Es mi experiencia que en la obra transcultural nunca se encuentra una situación ideal. Con pocas excepciones, el obrero, o la agencia, o la iglesia tienen que seguir adelante a pesar de no tener todas las cosas que crean convenientes o aun necesarias. Digo eso para advertir que, aunque busquemos un cuidado integral del misionero, completo y sin faltas, si no lo alcanzamos a la perfección, no por eso debemos dejar de enviar misioneros.” [2]

 

Preguntas para la reflexión

¿Cuáles serían las responsabilidades de la iglesia local en el cuidado de los misioneros y cuáles serían las responsabilidades de la agencia misionera o estructura denominacional? ¿Qué tareas deberían desarrollar cada una y que personas intervendrían en el proceso?

 ¿Cuáles serían las responsabilidades de los misioneros para saber cuidarse a sí mismos? ¿Qué elementos deberían tener presente?

Carlos Scott

Misión Local y Global (GloCal)



[1]Bustamante Zamora, Gloria, Ponencia en COMIBAM Internacional

[2]Loss, Mario, Libro Choque Transcultural  y Ponencia en Retiro Misioneros Red Misiones Mundiales – COMIBAM Argentina, 2003